CRISIS DE CRECIMIENTO
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CRISIS DE CRECIMIENTO
Hay una etapa durante la lactancia que preocupa de manera generalizada a muchas madres. Este momento suele situarse entre los 2 y 3 meses, cuando se producen cambios en el bebé y en la madre que algunas veces pueden resultarnos “inquietantes”.
Pasadas las primeras semanas, y tras haber tenido los pechos “inflamados” con la subida de la leche y el inicio de la lactancia empezamos a notar que el pecho ya no está tan lleno. Según Carlos González, pediatra experto en lactancia materna “la inflamación del pecho en las primeras semanas poco tiene que ver con la cantidad de leche”. Esto es, la inflamación es debido a que el pecho empieza a realizar la función fisiológica por la que está en nuestro cuerpo, y esto acarrea en ocasiones inflamación, molestias, incluso en algunos casos fiebre o escalofríos a la madre. Una vez pasadas las primeras semanas el pecho empieza a volver a un tamaño más reducido y a no ponerse tan “tenso” entre tomas
Llegado este momento muchas madres piensan que “se están quedando sin leche”, pero nada más lejos de la realidad: el pecho ya ha pasado el “rodaje” inicial y empieza a vaciarse y llenarse fácilmente sin sufrir esas molestias. Somos muchas las madres que pensamos que “menos mal”, porque si hubiera que mantener una lactancia durante 6, 9, 12 ó 18 meses (o incluso más, por supuesto) con esas molestias, nadie pasaría de las primeras semanas, por la incomodidad del asunto.
Coincidiendo con estos síntomas en el cuerpo de la madre, se producen otros en el bebé: empieza a mamar en menos tiempo, y si está atravesando una “crisis de crecimiento” reclama el pecho más a menudo. Todo esto hace pensar que la producción de leche ha llegado a su fin, y en muchas ocasiones se empiezan a introducir biberones que no hacen otra cosa que disminuir el flujo de leche y obstaculizar el curso natural de la lactancia, ya que un biberón, por pequeño que sea, reduce la producción en la siguiente toma, y así sucesivamente se va introduciendo un biberón tras otro hasta que se produce una bajada de producción importante, además de un rechazo del pecho por parte del bebé, llegando así a un destete prematuro.
Según la Asociación Española de Pediatría sería un caso excepcional que una madre no produjera la leche suficiente para alimentar a su hijo, y que por lo general estos síntomas de “falta de leche” se deben a:
• La posición del niño o el agarre del pecho no es correcto.
• Hay leche pero la madre no se nota “la subida” y duda que tenga suficiente.
• El bebé ha crecido bruscamente y necesita más leche (crisis de crecimiento).
En cuyo caso recomienda: amamantar al niño siempre que quiera sin esperar a que llore de hambre, darle el pecho unas 8 veces al día, retirarle el chupete y amamantarlo cada vez que llore, aumentar la producción con un sacaleches, ver si duerme tranquilo durante una o dos horas seguidas y no parece enfermo, observar si empapa 4-6 pañales al día (si el pañal es superabsorbente pueden ser menos) y si la orina tiene un color claro y un olor normal...
Esto es lo que dice la ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PEDIATRIA respecto a las crisis de crecimiento:
Es cierto que los bebés de vez en cuando, a intervalos más o menos aproximados, a las 3 semanas, al mes y medio, a los 3 meses, tienen unos días "raros", en que están algo más inquietos, lloran más, duermen peor, se agarran al pecho y de repente estiran, lo sueltan, lloran, no duermen... Posiblemente esto tenga relación con la maduración de su cerebro.
En general, se habla de la crisis de los 3 meses describiéndola como un momento en el que:
• El bebé reclama mamar más a menudo (lo que la madre interpreta como que tiene hambre)
• La madre no nota el pecho tan lleno (lo que interpreta como que ella no tiene leche suficiente)
El resultado es que en ese momento es muy fácil que se empiecen a dar biberones, lo cual no es la solución adecuada.
Pero en realidad lo que ocurre es que...
• El bebé reclama más a menudo porque está creciendo (por eso se llaman también "baches o crisis de crecimiento") y esto hace que su apetito aumente.
• La madre no tiene los pechos tan llenos porque a esa edad la producción de leche de la madre se ha adaptado ya a las necesidades del bebé, ya no gotea, ni se tienen los pechos tan llenos, ni se nota tanto la subida de leche... Además, el lactante vacía el pecho con más eficacia, tarda menos tiempo y hace más rápida la toma.
De modo que lo adecuado es intentar adaptarse al bebé. A lo mejor sólo necesita que lo tomen más tiempo en brazos, pero si pide más pecho porque necesita comer más, la solución es ponerlo más al pecho para que aumente la producción. Si en lugar de pecho le damos un biberón, esto no hará que aumente la leche y normalmente empeorará las cosas.
Pasadas las primeras semanas, y tras haber tenido los pechos “inflamados” con la subida de la leche y el inicio de la lactancia empezamos a notar que el pecho ya no está tan lleno. Según Carlos González, pediatra experto en lactancia materna “la inflamación del pecho en las primeras semanas poco tiene que ver con la cantidad de leche”. Esto es, la inflamación es debido a que el pecho empieza a realizar la función fisiológica por la que está en nuestro cuerpo, y esto acarrea en ocasiones inflamación, molestias, incluso en algunos casos fiebre o escalofríos a la madre. Una vez pasadas las primeras semanas el pecho empieza a volver a un tamaño más reducido y a no ponerse tan “tenso” entre tomas
Llegado este momento muchas madres piensan que “se están quedando sin leche”, pero nada más lejos de la realidad: el pecho ya ha pasado el “rodaje” inicial y empieza a vaciarse y llenarse fácilmente sin sufrir esas molestias. Somos muchas las madres que pensamos que “menos mal”, porque si hubiera que mantener una lactancia durante 6, 9, 12 ó 18 meses (o incluso más, por supuesto) con esas molestias, nadie pasaría de las primeras semanas, por la incomodidad del asunto.
Coincidiendo con estos síntomas en el cuerpo de la madre, se producen otros en el bebé: empieza a mamar en menos tiempo, y si está atravesando una “crisis de crecimiento” reclama el pecho más a menudo. Todo esto hace pensar que la producción de leche ha llegado a su fin, y en muchas ocasiones se empiezan a introducir biberones que no hacen otra cosa que disminuir el flujo de leche y obstaculizar el curso natural de la lactancia, ya que un biberón, por pequeño que sea, reduce la producción en la siguiente toma, y así sucesivamente se va introduciendo un biberón tras otro hasta que se produce una bajada de producción importante, además de un rechazo del pecho por parte del bebé, llegando así a un destete prematuro.
Según la Asociación Española de Pediatría sería un caso excepcional que una madre no produjera la leche suficiente para alimentar a su hijo, y que por lo general estos síntomas de “falta de leche” se deben a:
• La posición del niño o el agarre del pecho no es correcto.
• Hay leche pero la madre no se nota “la subida” y duda que tenga suficiente.
• El bebé ha crecido bruscamente y necesita más leche (crisis de crecimiento).
En cuyo caso recomienda: amamantar al niño siempre que quiera sin esperar a que llore de hambre, darle el pecho unas 8 veces al día, retirarle el chupete y amamantarlo cada vez que llore, aumentar la producción con un sacaleches, ver si duerme tranquilo durante una o dos horas seguidas y no parece enfermo, observar si empapa 4-6 pañales al día (si el pañal es superabsorbente pueden ser menos) y si la orina tiene un color claro y un olor normal...
Esto es lo que dice la ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE PEDIATRIA respecto a las crisis de crecimiento:
Es cierto que los bebés de vez en cuando, a intervalos más o menos aproximados, a las 3 semanas, al mes y medio, a los 3 meses, tienen unos días "raros", en que están algo más inquietos, lloran más, duermen peor, se agarran al pecho y de repente estiran, lo sueltan, lloran, no duermen... Posiblemente esto tenga relación con la maduración de su cerebro.
En general, se habla de la crisis de los 3 meses describiéndola como un momento en el que:
• El bebé reclama mamar más a menudo (lo que la madre interpreta como que tiene hambre)
• La madre no nota el pecho tan lleno (lo que interpreta como que ella no tiene leche suficiente)
El resultado es que en ese momento es muy fácil que se empiecen a dar biberones, lo cual no es la solución adecuada.
Pero en realidad lo que ocurre es que...
• El bebé reclama más a menudo porque está creciendo (por eso se llaman también "baches o crisis de crecimiento") y esto hace que su apetito aumente.
• La madre no tiene los pechos tan llenos porque a esa edad la producción de leche de la madre se ha adaptado ya a las necesidades del bebé, ya no gotea, ni se tienen los pechos tan llenos, ni se nota tanto la subida de leche... Además, el lactante vacía el pecho con más eficacia, tarda menos tiempo y hace más rápida la toma.
De modo que lo adecuado es intentar adaptarse al bebé. A lo mejor sólo necesita que lo tomen más tiempo en brazos, pero si pide más pecho porque necesita comer más, la solución es ponerlo más al pecho para que aumente la producción. Si en lugar de pecho le damos un biberón, esto no hará que aumente la leche y normalmente empeorará las cosas.
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